Emilio Monzó, el presidente de la Cámara de Diputados, podría seguir ligado a la función pública a partir de diciembre próximo ya que existe el consenso necesario en el Congreso para que sea el próximo Defensor del Pueblo, cargo vacante desde 2009.

Para que el dirigente del PJ ocupe dicho cargo se necesita el aval de los dos tercios de los votos de ambas cámaras para formalizar la designación. Conocida su relación fluida con distintos sectores del arco político, distintas fuentes del Parlamento coinciden en que no existirán problemas para oficializar su nominación.
El radicalismo adelantó que apoya a Monzó y no tendría problemas en otorgarle los votos pero espera un gesto a cambio: obtener la presidencia de la Auditoría General de la Nación, que quedará vacante en diciembre próximo, que le pertenece a la oposición. Por parte del peronismo tampoco habría reparos. Desde el entorno de Alberto Fernández ven al legislador, marginado de la mesa chica de Cambiemos, como un verdadero articulador y clave para lograr acuerdo parlamentarios.
Desde el albertismo confirmaron conversaciones. También desde el entorno de Monzó, que anticipó que “yo no me voy a ubicar en los extremos de la grieta. No voy a ser ‘anti’ de nadie. La moderación va a ser mi norte”. Y pretende que la oposición sea moderada, dialoguista, con dirigentes como “María Eugenia Vidal, Horacio, Lousteau, el rosarino Pablo Javkin, también Cornejo, Gerardo Morales. Después se definirán los liderazgos”.
En tanto Sergio Massa, quien será el próximo líder de la Cámara baja, aceleró reuniones, ya que lo une una gran amistad con el ex Cambiemos, y aseveró que a partir de diciembre “no solamente tenemos que pensar en los Lavagna; también en los Monzó y los Massot, que mostraron capacidad de diálogo en los momentos de crisis de este gobierno”.

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