Cristian Gómez apuntó contra los rugbiers que mataron al joven y puntualizó a Máximo Thomsen.

El patovica de Le Brique Cristian Gómez brindó un impactante testimonio sobre la noche en la que una patota de rugbiers asesinó a golpes a Fernando Báez Sosa, a la salida del boliche. El empleado de seguridad estuvo en Crónicas de la tarde y no pudo contener el llanto al hablar sobre lo sucedido.
«Perdón, pero me da mucha bronca porque son unos cagones (los rugbiers). Eso no se hace, no tienen dignidad. No sé dónde estaban los padres de esos chicos, pero se ve que en algún momento no estuvieron. Hoy Fernando no está y una mamá tuvo que enterrar a su hijo y tirarle tierra por última vez”, dijo con lágrimas en los ojos.
“Me pone mal y soy el único de los seguridad que tiene los huevos de salir a pedir Justicia por Fernando. No es un pibe más que fue a un boliche, es un argentino que hoy no está, es un chico que no se pudo despedir de la mamá, del papá, es un primo que hoy no está», continuó Gómez, mientras Mónica Gutiérrez (también con lágrimas) le tomaba la mano.
«Me da bronca, sentí impotencia en ese momento porque tendría que haberme quedado afuera (del boliche). Pasaron ocho días y nadie me entiende. Decían que la Seguridad fue cómplice y no es así. Perdón, me tengo que controlar. Les pido que hablen», agregó el patovica.
«Vos lo querés es que tus compañeros también aporten lo suyo para el esclarecimiento del crimen», le dijo Ricardo Canaletti. «El que calla, otorga. Pasaron ocho días y nadie habló. Soy el primero que habla porque se vio mi cara, fui el primero en sacar a un rugbier. Tampoco tienen que ensuciar al rugby por estos pibes. Ese día yo estaba mal porque se cumplía un año más sin mi papá. A mi primo lo mataron en una circunstancia similar», reveló Cristian.
«Mi primo Gustavo, que en paz descanse, era seguridad en un campo de Chaco. Lo agarró un grupo de pibes y terminó en un aljibe. La Policía no lo encontraba. Cuando lo encontraron, estaba desfigurado por el agua», recordó Gómez.
«Me duele trabajar en una sociedad agresiva que te condena. Hay compañeros que trabajan de seguridad para pagarse una carrera, quieren ser alguien en la vida. Para mí, murió la noche en ese momento, pedí permiso para irme antes. Y encima me comí el garrón de que en la calle me pare la DDI para pedirme explicaciones», cerró.

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