A partir de las recomendaciones que llegaron desde el exterior volvió la palabra «dolarizar» y acá te contamos todo lo que implica el término en nuestra economía. 

La editorial de The Wall Street Journal lanzó la primera piedra y recomendó a Macri que como legado de su gobierno deje a nuestro país dolarizado, en lugar de continuar con los controles cambiarios que anuncios hace poco más de una semana. 

«Aquí hay una mejor idea: reemplazar el peso con el dólar estadounidense como moneda de curso legal de Argentina» recomienda la editorial del diario estadounidense. 

 Con conocimiento de la inconsticionalidad de esta política, aclara «la demanda de dólares sugiere que Macri tendría respaldo popular para adoptar el billete verde como moneda nacional» y adicionan «nuestras fuentes creen que Macri podría dolarizar con el respaldo de una mayoría en el Congreso».

Más allá de que si el gobierno tomará la recomendación debería conseguir, en tiempo récord, una mayoría que no tiene en ambas cámaras del Congreso en Filo.News hablamos con Joaquín Waldman, Economista (UBA) y analista de Ecolatina, para explicar sobre las implicancias de una medida así para nuestra economía.

La Convertibilidad y la misma piedra

Si bien nunca se ha dolarizado totalmente nuestra economía, la Ley de Convertibilidad va en el mismo sentido: fortalecer la moneda nacional a partir de la referencia directa con el dólar. Lo que implica la imposibilidad de que el Banco Central emita y tenga una política monetaria propia.

En este sentido, el especialista asegura «Dolarizar tiene un problema que ya vivimos con la convertibilidad: al no poder modificar el tipo de cambio, la economía no puede ajustarse a shocks internos o externos sin pasar por dolorosos períodos de desempleo y deflación».

En concreto, «hacia finales de los ’90 las devaluaciones de los países emergentes nos hicieron perder competitividad que no podíamos recuperar por la vía cambiaria. Lo mismo pasa con cambios fuertes en la productividad o en los precios de las cosas que comerciamos internacionalmente». Es decir, que deja completamente expuesta nuestra economía a los avatares externos.

El adiós a la política monetaria 

La falta de una moneda nacional propia «impide al Banco Central financiar déficits presupuestarios. Esto limita las posibilidades del Tesoro, que no podría gastar más de lo que recauda sin endeudarse con el mercado» expone el economista. Lo que se traduce en la pérdida de una herramienta de las finanzas públicas.

A la hora de proponer la dolarización como panacea vale la pena recordar cómo terminaron la Grecia euroízada y la Argentina de la Convertibilidad. Contra la indisciplina fiscal no hay régimen monetario que valga 1/2 pic.twitter.com/0QInNbWJci

— Gabriel Sánchez (@GabrielSnchez17) 8 de septiembre de 2019

 Al respecto, Waldman desarrolla que aunque en muchos discursos la imposibilidad de financiar el déficit parece como algo positivo «en ciertas condiciones la emisión puede ser beneficiosa sin causar problemas sobre la macro». Debemos sumar que, en paralelo, el Banco Central perdería su rol de prestamista de última instancia, no pudiendo dar liquidez al sistema bancario, ya que no emite la divisa norteamericana.

Menos ingresos públicos y una decisión estructural

El economista expone dos problemas adicionales de la dolarización. «En primer lugar, el Estado pierde una fuente genuina de financiamiento, el señoreaje puro (el interés que gana por emitir pesos a 0%).

Por último, aunque quizá lo más preocupante de su exposición, es que «una dolarización es irreversible». En este sentido, desarrolla que «a diferencia de la convertibilidad, que tenía una ‘cláusula de salida’, es difícil encontrar experiencias de países que hayan vuelto a tener moneda luego de una dolarización».

Por: Candelaria Botto

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *